domingo, 21 de septiembre de 2008

NATURALEZA DEL CONSEJO

Parte 2.
Naturaleza del consejo.-

El LÍDER CONSEJERO trata con personas de todas clases, por lo cual los problemas en que tiene que ayudar son disímiles y complejos. Por regla general, todo aquél que confronta una situación difícil se encuentra desorientado e incapacitado para de por sí ver la solución del problema. Las personas se allegan al ministro consejero, porque esperan tener de él una palabra ayudadora y orientadora. Esto implica una responsabilidad muy grande, porque la persona coloca en nuestras manos, por decirlo así, el destino o curso que las cosas han de tomar o las decisiones que tiene que hacer. Esta realidad involucra la necesidad de que como ministradores conozcamos el arte de aconsejar y los procedimientos mas acertados para ayudar. Para esto, analizaremos algunos aspectos:

1. ¿Qué es aconsejar? ¿que es un consejo?

La definición del Diccionario de la Lengua sobre “consejo” es: “Parecer o dictamen que se da acerca de un asunto”. Sin embargo, aunque esto es real en principio, a la vez, desde el punto de vista ministerial, el acto de aconsejar es algo más complejo porque se presupone un objetivo constructivo con el consejo que da.


En este caso, pudiéremos definir el acto de aconsejar como el parecer u opinión que se le da a una persona con relación a la problemática que presenta para ayudarla a tomar una decisión que la oriente, beneficie y solucione.

1. Niveles de compromiso.- Según las características del problema planteado, el que ministra debe tener la suficiente percepción y sabiduría para conocer cual es el grado de compromiso que debe aportar cuando expresa su parecer. Las preguntas que tiene que hacerse serían: ¿Cuáles son las características del problema? ¿cuál es el alcance del consejo? ¿qué grado de compromiso involucra las palabras del consejero? ¿qué tipo de persona es la aconsejada? ¿la conocemos, no la conocemos? ¿es discreta, no lo es? ¿están involucradas otras personas? Teniendo en cuenta todas estas preguntas el acto de aconsejamiento tiene tres niveles:

Œ Consejos en forma de sugerencias.- En una idea o sugerencia, se transfiere la mayor responsabilidad de decisión al aconsejado. Esto hace que él tenga que analizarla. Le ayudamos a activar la mente para que defina lo que le conviene o no. Nosotros sólo le servimos de apoyo. Una sugerencia no es una opción definitiva, sino una posibilidad entre otras.
Un ejemplo de este tipo de aconsejamiento lo tenemos en 1 Corintios 7. Pablo está haciendo algunas recomendaciones sobre asuntos sobre lo cual fue consultado (7:1). A la hora de aconsejar él fue muy parco. El problema no era fácil y no quería tomar o asumir definitivamente la responsabilidad de decir: “Hagan esto o aquello”. Solo se remite a dar algunas sugerencias, haciendo caer la carga de la decisión sobre aquellos que le preguntaban. Las siguientes expresiones dan esa connotación. Ej.: “Bueno le sería al hombre....etc.” v. 1; “Pero esto lo digo mas como concesión que como mandamiento...” vs. 6:1, “a los demás yo os digo, no el Señor...” v. 12; “En cuanto a las vírgenes no tengo mandamiento del Señor, pero doy mi parecer...” v.25; “Esto os digo para provecho, no para tenderos lazo...” v. 35; “Pero, a mi juicio...” v. 40.

 El consejo propiamente dicho.- El consejo es una palabra orientadora donde el consejero toma la mayor parte de la responsabilidad, en los casos en que el aconsejado se encuentra tan turbado o afectado que no sea capaz, por él mismo, encontrar la solución; o se encuentre indeciso entre dos opciones.
Escribiéndole a los Corintios, Pablo les da una serie de razones por las cuales ellos debían ofrendar “para los santos” (2 Cor. 9:1), por lo cual dice: “En esto doy mi consejo porque esto conviene a vosotros...” (2 Cor. 8:10).
Cuando se toma la iniciativa para orientar por medio de un consejo, al igual que hizo Pablo en esta ocasión, después de haber analizado las características de la problemática, debe dar razones lógicas, aceptables, viables y beneficiosas que constriñan a la o las personas involucradas a actuar de su propia voluntad. (2 Cor. 8:18).

Ž El dictamen.- Es el consejo que se da en forma de orden o mandato. En estos casos el aconsejado se encuentra extremadamente turbado; asume una actitud obstinada y no discierne entre el beneficio o perjuicio que le traerá la decisión a tomar. En esta situación el consejero requiere cierto grado de autoridad para constreñirlo a reaccionar y tomar la decisión correcta. En estos casos interviene el grado de autoridad que tenga el consejero. Esto se aplica, muy especialmente entre personas que los ligue ciertos vínculos familiares.
En Éxodo cap. 18 hay un ejemplo de este tipo de aconsejamiento.: Jetro, sacerdote de Madian, el suegro de Moisés, se propuso hacerle una visita a su yerno, movido por las maravillas que Dios había hecho para la liberación del pueblo y para llevarle o devolverle a Séfora su mujer y sus hijos. Al otro día de su llegada, Jetro se dio cuenta que la actividad desplegada por Moisés a causa de su excesivo trabajo lo iba a llevar al borde del colapso. Las siguientes expresiones nos revelan la magnitud del peligro en que estaba Moisés de caer en la depresión: “El pueblo estuvo delante de Moisés desde la mañana hasta la tarde” (Éxodo 18:13); “Por qué te sientas tú solo...” (v. 14); “No está bien lo que haces. Desfallecerás del todo tú y también este pueblo” (v. 17); “...el trabajo es demasiado pesado para ti...” (v. 17). Ante esta situación Jetro le dice: “Oye mi voz y yo te aconsejaré y Dios estará contigo” (v. 19). Y sin esperar más, con la urgencia requerida por la necesidad, Jetro aconseja a Moisés y le da una serie de medidas a tomar para “...aliviar su carga...” v. 22.
Lo mas hermoso de todo fue la respuesta rápida y positiva de Moisés: “Oyó Moisés la voz de su suegro, e hizo todo lo que él le dijo”. (v. 24)

2. Proceso en el acto de aconsejar.- Hay cuatro pasos que deben darse:

Œ Acercamiento.- Lo contrario es aislamiento. Cuando digo acercamiento, puede ser, ya sea de parte del necesitado, como de parte del consejero. Los dos casos pueden darse. En ocasiones la persona necesitada se da cuenta y decide buscar el consejo. En ocasiones es todo lo contrario, tiende a huir, a aislarse. Es éste caso es el consejero el que tiene que conocer como obrar para poder ayudar.

La persona que se decide buscar el consejo, está en mejor disposición para hablar y escuchar. Claro, que esto no decide, necesariamente la aceptación del consejo. Sin embargo, esta posición lo coloca en una actitud ventajosa y por regla general, aceptan y solucionan su situación. Aunque, con todo, pueden llegar a rechazar, por conveniencia el consejo que le dan.
Como ejemplo positivo la Biblia nos habla del caso de Ezequias. (1 R ey. 18 y 19). Senaquerib invade a Judá. Ante el avance de las tropas enemigas Ezequias toma la mala decisión de pagarle tributo pensando que de esta forma se iba a librar de Senaquerib. Sin embargo Senaquerib se agranda y decide tomar a Jerusalén. Esta situación llevó a la crisis extrema a Ezequias y su pueblo descritas por sus mismas palabras: “Este día es día de angustia, de reprensión y de blasfemia, porque los hijos están a punto de nacer y la que da a luz no tiene fuerzas.” (1 Rey. 19:3). Él, por su propia iniciativa pide ayuda a Isaías el profeta. Es el momento de recibir palabra de ayuda y aliento las cuales recibe de Isaías. Ezequias toma fuerza, levanta su ánimo y fe, desplaza el temor y se apoya en la promesa de Dios. (19:14-16). Aquí tenemos un caso de una persona que llamó para pedir consejo, lo recibió, obedeció y triunfó.

Como ejemplo negativo tenemos el caso de Roboán. (1 Rey. 12). La congregación de Israel pidió a Roboam que aliviara la carga de impuestos que eran insostenibles por el pueblo, brindándole a cambio fidelidad y servicio. Roboam pidió tiempo para responder y de iniciativa propia fue a consultar a los ancianos, consejeros asesores de su padre Salomón diciéndoles: “¿Cómo aconsejáis vosotros que responda a este pueblo?. Ellos hablaron así: “Si te pones al servicio de este pueblo, lo sirves y le respondes con buenas palabras, ellos te servirán par siempre”. Pero él desechó el consejo que los ancianos le habían dado, y pidió consejo a los jóvenes que se habían triado con él y estaban a su servicio. Y les preguntó: ¿”Cómo aconsejáis vosotros que responda a este pueblo que me ha hablado diciendo: ‘Alivia en algo el yugo que tu padre nos impuso?. Entonces los jóvenes...le respondieron:...así les hablarás: ...’El menor de mis dedos es más grueso que la cintura de mi padre. Ahora pues mi padre os cargó con pesado yugo, pero yo lo haré mas pesado aún; mi padre os castigó con azotes; pero yo os castigaré con escorpiones... Así no oyó el rey al pueblo”. (1 Reyes 11:1-16). ¿Cuál fue el resultado?: El reino se dividió.

Los otros: aquellos que deciden aislarse, por regla general se encuentran frustrados, quizás por intentos anteriores en la búsqueda, y al ser mal encaminados o mal orientados, han fracasado y piensan que sus males no tienen remedio. Por estas razones huyen, rechazan un encuentro, rechazan un consejo.

Si tenemos marcado interés en ayudarlos, hay que acercarse, buscarlos, tratar con ellos con amor y comprensión y con un verdadero espíritu de ayuda paciente. Es difícil que la persona corresponda a primera instancia, pero con la ayuda de Dios y un poco de insistencia amigable, es posible que corresponda, a la postre, al interés del consejero en ayudarlo. Es necesario siempre permitirle a Dios que haga su obra. Para esto es necesario orar para que Dios cambie las cosas. Un ejemplo bíblico es el caso de los amigos de Job. Conocemos la historia. Job estaba en la más profunda de las depresiones. Aislado, encerrado en su casa sufriendo las consecuencias de su enfermedad recibe la visita de sus amigos.
En tierras lejanas, sus amigos oyeron la desgracia de Job y, conociendo la imposibilidad de este para salir de su encierro; entendiendo la necesidad en Job de ayuda y apoyo, son ellos los que toman la iniciativa para ir a Job y tratan, con sus consejos, de ayudar a Job. No vamos a cuestionar la efectividad de sus consejos, pero lo que podemos rescatar de ellos es, que tuvieron la suficiente sensibilidad para entender la necesidad de acercarse a su amigo en medio de su crisis.

“Tres amigos de Job, Elifaz, el tenamita; Bildad, el suita; y Sofar, el naamatita, al enterase de todo este mal que le había sobrevenido (a Job), llegaron, cada uno de su tierra habiendo acordado venir juntos, a condolerse de él y a consolarlo” (Job 2:11 al 13).

Hay otros que vienen al consejero pero ya tienen preconcebida su decisión. Cuando vienen al consejero, sólo es para ver si el consejo está acorde a lo decidido por él para salir con la conciencia más tranquila; y en el caso de que fracasen tener un “chivo expiatorio” a quien echarle la culpa. Pero cuando ellos ven que su decisión preconcebida no está acorde con el consejo, por regla general, rechazan y se van, no quieren sentir el peso de la responsabilidad que conlleva su aceptación.

Un caso típico de esta situación está en Jeremías 42 y 43: Un grupo de líderes de Judá buscan orientación y consejo del profeta Jeremías. Por las palabras con las cuales se dirigen a Jeremías, parecía que les movía un espíritu sincero al consultar al profeta:
“Acepta ahora nuestra súplica delante de ti y ruega por nosotros a Jehová tu Dios...para que Jehová tu Dios te indique el camino por donde debemos ir y qué debemos hacer” (42:2 y 3)
“Sea bueno, sea malo, a la voz de Jehová, nuestro Dios, al cual te enviamos, obedeceremos, para que, obedeciendo a la voz de Jehová, nuestro Dios, nos vaya bien” v. 6

A los diez días viene el consejo de parte de Dios a través del profeta:
“Así ha dicho Jehová...si permanecéis quietos en esta tierra, os edificaré y no os destruiré y os plantaré, y no os arrancaré...No temáis a la presencia del Rey de Babilonia, al cual tenéis miedo, no temáis de su presencia...porque con vosotros estoy yo para salvaros de su mano para libraros de su mano...” (vs. 8-12) (Lea el cap. Completo)

¿Cuál fue la reacción? (Cap. 43). Rebelión contra el consejo. “No obedecieron... a la voz de Jehová”. (43:4)

“Muchas veces los libró, pero ellos se revelaron contra su consejo y fueron humillados por su maldad” Salmo 106:43

De cualquier forma que sea, es necesario el acercamiento . Pero esto a veces no es fácil. A veces hay que buscar formas sabias o providenciales, de lo contrario es imposible la ayuda.

 Comunicación.- Con la persona que busca consejo, no hay tanto problema, ella misma se extrovierte, charla, expone, se sincera; dándonos la oportunidad de valorar, evaluar, preguntar y aconsejar. El problema mayor es con los “huidizos”. Por regla general se vuelven introvertidos; es difícil sacarles las palabras. Son evasivos, a veces y en la mayoría de los casos no son sinceros. Mienten y no desentrañan a cabalidad la naturaleza de sus problemas, impidiéndonos tener el suficiente elemento de juicio para aconsejarles.

A veces la comunicación con ellos es lenta y debemos tener paciencia. El hecho de contactar con ellos es una ventaja, pero no echemos a perder lo que hemos logrado, forzando a la persona a hablar. En estos casos hay que ganarse la confianza a través de diferentes encuentros, mostrarnos amigables y comprensivos, esperando, sobre todo, que Dios obre en esa vida. En cuanto comienza la comunicación fluida, la persona se va sintiendo en libertad, hasta que abre por completo su corazón.

Ž Comprensión.- Para poder ayudar, hay que comprender a la persona. Para esto hay que saber escuchar. En estas cuestiones, muchas de las soluciones, no está, tanto en lo que usted haga, sino en la capacidad que tenga la persona para sacarlo todo del corazón. Hay que dejar que hablen. Quizás han estado mucho tiempo autorreprimiéndose y lo que tienen dentro es una vorágine y es necesario abrirles “la canilla” para descomprimirlos. Además, sólo de esta forma es que el aconsejado te puede proveer de todos los datos y elementos de juicio para poder ayudarles a solucionar sus problemas. Hágale sentir que usted lo entiende. Dígaselo de vez en cuando. Con voz audible dígale: “Te entiendo”, “te comprendo”, “me hago cargo de tu situación”, “Me imagino lo que estás pasando”, etc. Cuando es propio y la tenga, dele la razón: “Si, así es”, “es verdad”. Estas palabras “mágicas” van a surtir un efecto muy positivo en la persona y como llaves van a abrir el corazón. Hay un dicho que reza: “Para un buen entendedor, pocas palabras bastan”

 Identificación.- En estos asuntos podemos convertirnos en oidores fríos, como los sicólogos profesionales, que producen soluciones frías; que no llegan al corazón. Este aspecto, más que palabras, es una actitud, donde se imparte todo el amor cristiano que sale de un corazón sincero.
Es algo que se transmite y la persona lo siente. Es afectividad contactando con afectividad. Esto se produce a niveles espirituales, y es aquí donde el consejero cristiano tiene que apelar a la obra del Espíritu Santo para que les haga sentir que tomamos partido con ellos en sus conflictos. Jesús se identificó con la naturaleza humana, para entendernos y ayudarnos. La identificación es el paso clave que conduce a un consejo acertado y va a sentir como suyo el consejo dado.
El ejemplo máximo lo tenemos en Cristo. El se identificó con el hombre caído de la gracia. Desde ese nivel y perspectiva , de igual manera que: “los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el impero de la muerte, esto es, al diablo”. Hebreos 2:14.
“Por cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados” (v. 17)

 Y por último, el consejo.- con relación a la entrega del consejo, se pueden adoptar dos posiciones sobre el momento o tiempo de aconsejar. A veces, y por el tiempo que estamos tratando con la persona, ha habido una identificación mutua tan estrecha, que el consejo sale ahí mismo. Ya Dios nos ha iluminado para saber que decir o como decir. Sin embargo, es bueno, en ocasiones, esperar un tiempo prudencial (de acuerdo a la urgencia de la necesidad) para buscar dirección de Dios y las palabras sabias que ayuden, orienten y edifiquen al necesitado.

“Instruidme, y yo callaré, hacedme entender en qué he errado. ¡Cuán
provechosas son las palabras rectas¡” Job 6:24-25

Quiero recordar que trabajamos con seres humanos, pero como seres espirituales necesitan una respuesta divina. Esta respuesta de Dios está, en primer lugar en la Biblia, que provee las enseñanzas necesarias, los consejos necesarios que se relacionan con toda la problemática humana. Esto implica una responsabilidad tremenda para el consejero. Lo que el hombre necesita es Palabra de Dios no palabra humana. El consejero no puede inventar nada. Para esto el consejero tiene que tener la Palabra de Dios en su corazón. Debe conocerla. Debe leerla. Debe estudiarla con la mente y el corazón, para que de éste salte, como una fuente, el agua de vida que calmará y matará la sed espiritual.
“La palabra de Cristo habite en abundancia en vosotros, enseñándoos
y exhortándoos unos a otros con toda sabiduría” Col. 3:16
En segundo lugar, para aquellos hechos puntuales, personales y de las experiencias subjetivas y objetivas que la vida acarrea, tenemos la necesidad de buscar la ayuda del Espíritu Santo de Dios. El Espíritu de Dios es especialista para tratar los problemas espirituales del hombre. Él conoce las intenciones más sutiles del corazón humano, cada pensamiento, él “pesa el corazón” y discierne los móviles internos. Lo secreto del corazón lo revela el Espíritu Santo por medio de los dones de revelación. El Espíritu Santo pone de manifiesto las causas ocultas. Causas a las cuales el psicólogo ni el parasicólogo pueden detectar, ya que para esto se hace necesaria la comunión íntima del Espíritu que trabaja solo con los hombres y mujeres regenerados por su mismo influjo.
“Pero si todos profetizan, y entra un indocto o in incrédulo, por todos es convencido, por todos es juzgado; lo oculto de su corazón se hace manifiesto; y así, postrándose, adorará a Dios, declarando que verdaderamente Dios está entre vosotros” (1 Cor. 14:24).
Quiero decir con esto que, todo consejero efectivo, tiene que depender de la obra del Espíritu para el ejercicio de la consejería, en la sabiduría que da del Espíritu para emitir el consejo atinado y efectivo. Por otra parte, tiene que caracterizarle un espíritu de oración permanente. Tiene que ser una persona de oración. Tiene que buscar a Dios en oración y para esto se necesita dedicarle tiempo a Dios en oración. Dios no te revelará NADA si no lo busca en las profundidades de Él, por medio de su Espíritu “que escudriña lo profundo de Dios”. (1 Cor. 2:10)

“Ahora, pues, ve, que yo estaré con tu boca y ten enseñaré lo que has de hablar” (Éxodo 4:12)
“En tu boca he puesto mis palabras y con la sombra de mi mano (su Espíritu) te cubrí” (Isaías 51:6)

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